Año tras año, la Navidad se presenta en el mes de diciembre, dándose a conocer como una de las épocas más fascinantes de todo el calendario. Es una época donde los centros comerciales se llenan de pesebres donde la Virgen María y San José esperan el nacimiento del Niño Jesús, mientras permanecen rodeados por animales y un trío de Reyes Magos se aproximan a ofrecer sus regalos.

Pero el recuerdo de aquel acontecimiento bíblico viene matizado además con decoraciones invernales, con nieve de fantasía en la que se puede observar a Santa Claus, comandando un trineo impulsado por renos. De fondo se puede escuchar el sonido de los villancicos y en las tiendas, tras cancelar tus compras en la caja, te regalan galletas de jengibre para que te vayas con una sonrisa en tu cara.

La Navidad realmente es una época gloriosa, y aunque muchos la critican con rencor por ser una tradición que cada vez se vuelve más comercial y en la que se “fingen emociones”, lo cierto es que ofrece una buena dosis de sentimientos para disfrutar un cierre de año perfecto e iniciar con renovadas energías.

El origen pagano de la Navidad

Lo primero que hay que decir de la Navidad, es que su palabra proviene de “Natividad”, o bien, Nacimiento. La Natividad era una fiesta pagana celebrada por muchos pueblos y tradiciones que rendía homenaje al solsticio de invierno.

El Sol, para los romanos, era el dios Apolo. Para los germanos y escandinavos, representaba el dios nórdico Frey. Y la lista de asociaciones similares continua, reflejándose también en la civilización aztecas e inca. Se trata de una coincidencia que rinde homenaje al poder mismo del sol, como astro capaz de dar vida al planeta.

Por eso, según estudios de dichas culturas, el 25 de diciembre es el día en que el Sol empezaba a tener mayor potencia. La iglesia cristiana primitiva, decidió asociar entonces por razones políticas y culturales decretar que Cristo nació ese mismo día, en tanto representa el “Sol” que daría salvación a la humanidad.

Precisamente, la tradición del Árbol de Navidad, nace como parte del rito germano ofrecido al dios Frey, donde se decoraba al Divino Idrasil (Árbol del Universo) para hacer eco de su fertilidad.

victor hugo
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El origen de Santa Claus

La historia de este personaje se remonta al año del 280. Su nombre real era Nicolás de Bari y nació en Mira que es una antigua ciudad de Turquia. Sus padres poseían muchas riquezas además de tener un gran corazón. Mientras su madre deseaba que siguiera los pasos de ser sacerdote, tal como sí lo era uno de sus tíos, su padre esperaba que asumiera sus relaciones comerciales en el Mar Adriático.

El dilema se resolvió cuando sus padres murieron mientras ayudaban a los enfermos de la ciudad a curarse de una peste que la asoló. Este hecho impulsó a que el joven Nicolás de Bari donara todos sus bienes entre los necesitados y se marchara a buscar a su tío, para iniciarse en sus estudios sacerdotales.

Tiempo más tarde se convertiría en un santo. De ahí viene la gran fama que posee dicho personaje, lo que a su vez ha generado diversas leyendas. Una de ellas cuenta que un padre de tres hijas había fracasado económicamente y no tenía dinero con el cual alimentarlas. El joven San Nicolás se enteró de ello y bajó por una chimenea a dejar tres medias llenas de oro.

De ahí nace la tradición americana de ubicar medias junto a la chimenea. Mientras tanto, a la figura de Santa Claus se le fue agregando otros elementos imaginarios, como el hecho de vivir en el Polo Norte, lo cual empezó con unas ilustraciones de la revista Harpers de New York, donde se le podía observar a este santo patrono dedicado a la fabricación de los juguetes y regalos.

Esto ocurrió en 1866 y veinte años más tarde, la empresa Coca-cola, en una estrategia comercial trajo de vuelta dicha idea, además de darle el uniforme rojo y la figura rechoncha que existe hasta el día de hoy.

El reno Rudolf nace precisamente del mismo imaginario. La leyenda narra que un hada le otorgó a su nariz el don de emitir luz propia, lo cual sería motivo de burlas entre los miembros de la manada a la que pertenecía. Pero una noche de Navidad, cuando Santa Claus salió a entregar los regalos, una tormenta de nieve le impidió continuar con su camino.

Fue así él se dio cuenta que de la virtud que tenía Rudolf, por lo que decidió colocarlo al mando de los demás renos. Desde entonces paso a convertirse en un reno bastante querido por la manada.

Las galletas de jengibre

Otra de las tradiciones fuertes que trae consigo la Navidad, sobre todo en la región de Europa tiene que ver con las galletas de jengibre, también conocidas como galletas de especias. Su origen data del siglo X y se atribuyen al monje Gregory de Nicopolis, un devoto que solía elaborar dicho postre como parte de su gusto por la culinaria.

Los villancicos

Algunos siglos más tarde, más exactamente en el siglo XV, la iglesia empieza a introducir pequeños canticos durante las celebraciones de misas de la temporada de adviento. Muchos de los estribillos son de origen pagano, que luego fueron matizados con nuevos versos poéticos para darle una esencia más católica, más religiosa.

Hacia el siglo XVIII ya la mayoría de villancicos elaborados estaban expandidos a lo largo de toda Europa y otros países del mundo.