La actuación es un arte cuya edad se remonta miles de años. En la Antigua Grecia los actores eran las personas a cargo de darle forma a las obras escritas por autores como Esquilo, Sófocles o Eurípides. Pero fue a partir del siglo XIX, que surgieron pensadores que comenzaron a reflexionar seriamente sobre el oficio del actor.

Sus ideas permitieron establecer métodos para que los actores y actrices lograran que sus personajes fuesen del todo creíbles para los ojos del espectador. Nacieron entonces teorías que rompieron con el modo de entender lo que era darle vida a un personaje, ya que por ejemplo existían obras de teatro donde los personajes actuaban siguiendo ideas muy ajustadas.

Por ejemplo, si a un actor le decían que debía ejercer el papel de un hombre furioso, entonces al actuar se comportaba hablando con un tono de voz alto y regañando a todo el mundo. No siempre es así. Una persona furiosa puede estar tranquila mientras viaja en avión y solo hará falta que tuerza su boca cuando alguien no le entregue a tiempo unos papeles que pidió.

He aquí un acercamiento a las ideas de los hombres que revolucionaron el arte de la actuación.

El método de Stanislavsky

Este pensador ruso fue uno de los primeros en criticar esos modelos preestablecidos de personajes. Es creador de “el método”, que consiste en una estrategia donde el actor sigue diferentes caminos para conquistar el corazón de su personaje y entender todo lo que acontece en la mente y estilo de vida de éste mismo.

Con el método, el actor debe aprender cómo sus sentidos se relacionan con sus emociones. Si un niño quiere ser un excelente actor y desea utilizar el método de Stanislavsky, debe hacer ejercicios de imaginación donde observe cómo sería su reacción si se entera que su madre ha fallecido o alguien roba su alcancía.

El niño debe entender que en el método su mente debe ser consciente de todas las sensaciones que cada acontecimiento supone para el personaje. Para llegar a esto, Stanislavsky aconsejaba realizar ejercicios de relajación, para que a la hora de actuar el cerebro del actor estuviera bien conectado con el personaje que debe representar.

victor hugo
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Grotowski

Este señor, quien era un director de teatro ruso, no habló del método, sino del laboratorio. Lo que él sugeriría a un niño o niña que desea ser un excelente actor, es que utilice al máximo su creatividad, ya que no existen reglas ni ejercicios únicos a seguir.

El niño debe darle vida al personaje, mientras deja que su cuerpo se relaje al máximo, ya que así sus emociones pueden fluir con facilidad. Lo que ocurre es que desde muy niños se suele crear ideas fijas, como el hecho de que los hombres no lloran o que las mujeres son débiles. Según este señor, el cuerpo debe romper todas esas ideas y aceptar que el cuerpo puede llorar, reír, cansarse.

Una vez se tiene en claro lo anterior, cuando el actor desea transmitir tristeza, la cara aburrida de su rostro debe ayudarle al personaje a experimentar dicha sensación en su cuerpo. El actor debe recordar todas las sensaciones que ocurren en su cuerpo para lograrlo, debe recordar que cuando está triste respira de una manera más lenta o que siente que su estomago se desinfla como si tuviera hambre.

Brecht

Este autor, que fue un escritor de obras de teatro, por eso pensaba que lo primero que tiene que tener en claro el actor es la idea misma de lo que es de la obra. Prácticamente consideraba que cuando el actor está en el teatro su misión principal es la de transmitir la esencia de la idea.

Por eso, la técnica que debe seguir un niño que está construyendo un personaje consiste en entender la razón de ser de la escena. Si se trata de una escena donde existe una discusión entre un vendedor de frutas y una señora adinerada, la idea no consiste en demostrar quién eleva más el tono de la voz o quién de los dos tiene la razón.

La razón de ser, la idea a la que deben enfocarse los actores, puede consistir en demostrar que la señora adinerada es una mujer arrogante y presuntuosa, que se cree dueña del mundo y que puede humillar a cualquier persona, llegando incluso a darse el gusto de hablar en tono suave y sarcástico. Esto no puede lograrse si la señora grita y grita como si fuera una vendedora más.

Las técnicas que sugería este autor consistían en crear un “gestus”, es decir, si se trata de un anciano, darle características como la forma en que tiembla su mano, la manera cómo tartamudea a la hora de decir algo o un modo de caminar lento.

Lo importante es que cuando salga en escena, estas características no se distancien de la idea central de la escena, que el actor no exagere y que sus emociones excesivas no dañen la razón de ser del momento.