Cuando se habla del famoso personaje de Pinocho, hasta el niño menos versado en literatura, imagina de inmediato a muñeco de madera cuya nariz crece cada vez que miente. Y es comprensible que aquel personaje sea uno de los primeros que llegue a la mente de un infante, dado el valor moral que tiene dicho cuento.
Los mismos padres suelen reprender a sus hijos diciéndoles: “No digas mentiras porque te va a crecer la nariz, igual que a Pinocho”. Y ha sido bajo ese impacto moral que el cuento se ha esparcido como pólvora, tanto a través de libros infantiles como también por películas u obras de teatro.
Pero muchos llegan a pasar su vida entera sin tener la más mínima idea del contenido original de la obra, de los secretos más oscuros que no solo posee este trágico personaje, sino también de los que camufló un autor que dista muchísimo de ser un escritor con enfoques narrativos infantiles.
Sobre el autor
Carlo Collodi es el nombre del autor italiano de este clásico considerado como parte de la literatura universal, a pesar de lo grotesco que pueda llegar a ser los temas que lo componen. Y el hecho más representativo de ello es que el escritor tenía pensando finalizar el libro con la muerte de Pinocho, quien sería ahorcado por el Gato y el Zorro como una forma de castigo de sus ambiciones.
Para muchos críticos, este final tenía una coherencia con la misma personalidad del autor, quien llevaba una vida de bohemio, le fascinaba el licor, las fiestas y las mujeres, aparte también de ser un radical anticlerical.
Cuando no se encontraba en sus andanzas libertinas, Collodi se entregaba entonces a la escritura de esta novela que fue publicada por entregas y con el título inicial de Historia de un títere, pero que después adquiriría el nombre oficial de Las aventuras de Pinocho.
La interpretación de los críticos
Los críticos suelen percibir que toda la novela no es más que un reflejo camuflado de todos los tormentos y las ambiciones que vivía Collodi, donde la muerte sería su única liberación. De acuerdo a las palabras textuales del desenlace pensado por el escritor, aquel personaje de madera: “No tuvo fuerzas para decir nada más. Cerró los ojos, abrió la boca, estiró las piernas y, dando una gran sacudida, se quedó tieso”.
La novela acabaría justo en el capítulo 15, pero el editor de la obra, sentenció al autor a escribir otros veinte capítulos más. Sin embargo, muy a pesar de la inocencia que pueda rescatarse del personaje, la novela fue censurada porque el autor retrataba a un personaje mentiroso y bastante travieso, lo cual afectaría a la mentalidad misma de los niños.
Hay que tener presente también que esta novela fue publicada por primera vez entre 1882 y 1883, a tráves del diario italiano Giornale per i bambini. Así que a lo largo de más de un siglo, las transformaciones que ésta ha vivido cambiaron por completo la idea original. Precisamente, cuando la obra llegó a los Estados Unidos, sus páginas ya habían sido moderadas para crear la figura de un personaje políticamente más correcto.
El argumento
A pesar de las diversas adaptaciones, lo único que todas han respetado es el hecho de que Pinocho fue creado por el carpintero Geppetto, quien desde siempre tuvo el sueño de tener un hijo. Aquel deseo se materializa, cuando tras crear una marioneta de madera, ésta adquiere vida propia.
A lo largo de los 36 capítulos de la novela, se describe todas las aventuras y desdichas que afronta el títere, ya sea conociendo al Grillo, el Zorro y el Gato, como también cuando decide realizar una tortilla, cuando tras dormirse junto a un caldero amanece al otro día con sus pies quemados o cuando una niña decide meter a la marioneta en una cama y consultar a tres médicos para identificar si realmente está vivo o muerto.
Lo simbólico y lo moral
Muchos personajes de los que aparecen a lo largo de las páginas tienen un valor simbólico. Precisamente el famoso Grillo, en el capítulo IV, le cuenta a Pinocho a los niños traviesos les fastidia la idea de que sean corregidos por alguien que tiene más experiencia que ellos. Confesión que deja sobre la mesa lo subversivo que puede llegar a ser el mundo al que se interna la marioneta.
Y es precisamente esta riqueza simbólica y moral lo que ha permitido que la obra experimente tantas adaptaciones a lo largo de más de un siglo de historia: desde las revistas de comics de Salvador Bartolozzi y las obras de teatro, hasta llegar a la misma opera y la película de Disney en 1940.
Esto ha logrado que la historia se transforme en un cuento de la literatura universal, a pesar de sus oscuros secretos.