William Shakespeare es uno de los grandes genios de la comedia. En este artículo podrás descubrir un acercamiento al modo en que el autor juega con sus personajes, para crear escenas realmente dramáticas y divertidas, donde las casualidades, las coincidencias y lo inesperado gestan un universo vertiginosamente cómico.
El sueño de una noche de verano
Esta obra, que es una de las más distinguidas de Shakespeare, brilla porque el autor juega con las confusiones y el amor, sometiendo a los personajes en un ir y venir, mientras los reyes de las hadas juegan con el destino de los protagonistas.
La historia inicia con una Hermia que está comprometida con Demetrio; ella ama en realidad a Lisandro, pero su padre no lo acepta. Hermia le cuenta a Helena y ella se lo confiesa a Demetrio en tanto ella está enamorada de él, pensando que así será compensada. Demetrio y Helena salen en búsqueda de Hermia y Lisandro, quienes se han fugado por la ruta de un bosque.
Mientras esto ocurre los reyes de las hadas (Oberón y Titania) tiene una pelea, por lo que el rey le pide a su duende Puck que elabore un líquido mágico que permite que alguien se enamore de la primera persona que se vea. Este líquido será motivo de confusión cuando es vertido en los ojos de Lisandro y Demetrio quienes se fijan en Helena.
Y es así como el lector tendrá razones de sobra para reírse con todos giros argumentales que vendrán a continuación.
Los dos hidalgos de Verona
Valentino y Proteus son dos amigos de Verona. El primero de ellos decide realizar un viaje a Milán para conocer el mundo y madurar, no sin antes advertirle a su amigo que deje de ser tan sumiso al amor y enfocarse en los asuntos de la mente. Tiempo más tarde, el padre de Proteus quien se ha colocado de acuerdo con Valentino, decide enviar a su hijo a Milán.
Tras despedirse de su amada Julia, Proteus descubre en Milán que Valentino está enamorado de Silvia, quien es la hija del duque de la misma ciudad. Proteus se enamora entonces de la misma mujer, asunto que de por sí ya resulta cómico, por las diferencias que tendrá con su amigo. Julia mientras tanto decide viajar a Milán y entonces se entera de la traición de Proteus.
Aquí la historia vuelve a tomar otro rumbo, donde Julia se disfraza de paje. La comedía sigue girando con el mismo ir y venir que confronta a los personajes, con los amores y desamores, como si estuvieran condenados a vivir un torbellino de coincidencias y desdichados eventos.
La comedia de las equivocaciones
Esta comedia es una de las más divertidas que tiene Shakespeare. La historia comienza cuando Emilia da a luz a dos hijos gemelos. Su esposo, Egeon compra ese mismo día, a una familia de condición humilde, dos gemelos que recién han nacido. Egeon lo hace pensando en que este par de gemelos se conviertan en los criados de sus hijos.
Pero entonces ocurre que la familia, tras salir de viaje, naufraga. Por lo que Egeon logra salvarse con uno de sus hijos de sangre y el otro gemelo comprado, para terminar viviendo en Siracusa. Emilia sufre el mismo destino, y se va a vivir con sus dos hijos en Éfeso.
Lo cómico de la obra ocurre cuando años más tarde, los hermanos Antífolo y Dromio de Siracusa salen a recorrer el mundo en busca de su madre Emilia y su hermano Antífolo. Al llegar a Éfeso comienza el lio de las confusiones, siendo confundidos de la misma manera que le ocurrirá a la otra pareja de hermanos, también llamados Antífolo y Dromio, pero de Éfeso.
La fierecilla domada
Catalina Minola será el personaje sobre el cual gira la trama de esta comedia, una mujer de mal humor que se mantiene al margen de los pretendientes que tiene. Se trata de la hija del adinerado Don Bautista Minola, quien tiene además una hija menor llamada Blanca y posee tres pretendientes: Gremio, Hortensio, Lucencio.
Pero el padre no piensa entregarla a alguno de ellos, hasta no casar primero a la mayor. Pero entonces ocurre que llega a la ciudad el joven Petruchio quien decide conquistar a Catalina, quien será motivo de entusiasmo entre los pretendientes de la hija menor del padre.
A partir de ese momento, la obra adquiere matices muy humorísticos, gracias al talento de Shakespeare al jugar con los personajes y someterlos a confusiones verbales, diálogos con doble sentido, entre otras tergiversaciones.
Al final ocurre una doble ceremonia nupcial, que sorprende al espectador, demostrando una vez más lo enredado e inesperado que resulta esta obra.