La perspectiva del trabajo en equipo y el grupo operativo se introduce en el centro de la actividad de la producción teatral, responsable no sólo de diseñar, planificar, ejecutar y evaluar la acción, sino también de generar alternativas y proponer soluciones.

“Desde algún tiempo, empieza a aparecer otra mirada en un colectivo teatral independiente, que tiene que ver con llevar adelante un proyecto en las mejores condiciones. Antes, existía una tensión entre lo artístico y lo productivo. Siempre estaba la idea de que el productor limitaba la creatividad del director. De a poco se empezó a entender que la producción es un hecho netamente colectivo, que necesita la conjunción de todas esas personas. El productor es uno más de ese colectivo, que tiene la particularidad de estar con un pie afuera y uno adentro, involucrado en el proyecto, pero desde un costado mucho más objetivo que el del director. El productor mira, también, qué pasa alrededor, para poder trabajar con eso y orientar mejor el proyecto” (Schraier, 2006)

Desde esta perspectiva, Morella (2008) define la figura del productor en cuanto a las siguientes acciones:

 

  • determinar de antemano los recursos comprometidos con un proyecto.
  • definir los objetivos del proyecto.
  • planificar detalladamente las acciones.
  • finalizar a tiempo y ajustarse al presupuesto del proyecto.

De la misma manera, la autora identifica seis grandes grupos de capacidades del productor que van desde la organización de tareas hasta la divulgación del espectáculo, pasando por las capacidades para interpretación y elaboración de documentos del propio proceso, las capacidades para la gestión y administración de recursos económicos, la gestión y el control de recursos materiales y técnicos y la coordinación de equipos de profesionales.

Sin embargo, la figura del productor no puede verse como un cúmulo de capacidades y funciones ejecutadas, sino que debe responder a una visión global del espectáculo desde distintas perspectivas artísticas, organizativas y económicas, en su contexto.

 “No creo que haya que tener un don o habilidad particular para serlo. Tal vez sí me atrevo a decir que no cualquiera es un buen productor, previsor, ingenioso, creativo. Creo que hay que tener cierta formación, interés, conocer el medio. En cuanto a las características, creo que es importante tener capacidad de gestión, background en lo artístico, ser organizado y meticuloso (un poco obsesivo), capacidad de análisis y autocrítica, ser buen administrador” (Zylberberg, 2006)[1]

La producción teatral consistirá en definir las tareas, los recursos, las acciones, los participantes, la coordinación y el cronograma de ejecución, así como el seguimiento y evaluación de la efectividad del mismo. Es decir, diseñar un proceso de producción que permita integrar el área de expresión artística, de gestión y administración.

Queda por tanto expuesto que la producción teatral es un área interdisciplinar que se desarrollará en grupo que liderado por la figura del productor:

“Quiero que se den cuenta de que la producción es todo. Me refiero a una mirada compleja y completa. La producción es, también, buscar la sala adecuada para el espectáculo, la comodidad del público, la atención en la boletería, la buena información que allí dan, si atienden o no el teléfono. Hay un montón de cosas que en el ámbito de lo alternativo no se tienen en cuenta y que el productor debe atender, para que no se desmerezca lo artístico. Hay que tratar de que el público se sienta bien. En segundo lugar, quiero transmitirles que creo que el productor debe estar vinculado a lo artístico. Cuanto más sepa, cuanto más curioso sea, mejor va funcionar. Finalmente… Quiero que puedan reflexionar, reflexionar sobre la tarea.”  (Schraier, 2006)

En ese mismo sentido Moralla afirma:

“No cabe lugar a duda que el productor es básicamente quien consigue los recursos necesarios. Si sus técnicas de comunicación no son las adecuadas su trabajo tendrá un rendimiento inferior. Es cierto que deben estar dotados de diversas disciplinas pero sin duda el trabajo de comunicación e intercomunicación son imprescindibles. Es importante para un productor entender que esta trabajando con un equipo creativo con sus peculiaridades humanas y técnicas por lo consiguiente el saber escuchar es un elemento básico para poder luchar y sacar adelante el objetivo principal que es la producción teatral. También es básico que un productor tenga la idea que quiere representar clara y para así poderlo transmitir sin dificultad.” (Moralla, 2008)

Así, la producción englobaría todas las tareas que se comprenden dentro de estas etapas fundamentales:

  • PRE-producción (Génesis de la idea y su planificación)
  • Producción (Concreción de la idea para su materialización)
  • Postproducción (Puesta en circulación del producto)

Sin embargo, la pregunta sería ¿cómo proceder? ¿existe algún modelo estandarizado para poder asumir la complejidad de la producción? Un modelo básico de planificación que podrían servir de guía para este fin (Moralla, 2008) es el modelo de las diez cuestiones, orientado a satisfacer las diez preguntas básicas aplicables a cualquier proyecto: ¿qué se quiere hacer?, ¿por qué se quiere hacer? ¿para qué se quiere hacer? ¿a quiénes va dirigido? ¿cómo se va a hacer? ¿cuánto se va a hacer? ¿cuándo se va a realizar? ¿quiénes lo van a realizar? ¿con qué se va a realizar?

Sin embargo, la particularidad del hecho teatral, cuyo concepto e interpretación se dan en contextos únicos e irrepetibles, hace infructuosa la tarea de establecer un proceso de producción teatral estándar. Los productores se definen, y al mismo tiempo se enriquecen, a través de la praxis.

“Uno se hace en la práctica y cada proyecto lo fuerza a confrontar con diferentes necesidades de producción. Siempre nuevas. Los problemas nunca son los mismos. Yo recién empiezo y en los últimos dos años aprendí mucho, sobre todo de las personas con las que trabajo, que suelen tener mucha más experiencia teatral que yo. Y eso es lo interesante”, asevera.” (Mara Guerra, 2006)[2]

 

 

[1] Ver N.p. 16.

[2] Ver N.p. 16.