Julio Verne es uno de los escritores más distinguidos del siglo XIX. Su obra está llena de fantasía e imaginación, razón por la cual en su momento resultó bastante transgresora. Hoy es considerado uno de los grandes visionarios de la literatura de todos los tiempos, alguien cuya mente brillante se atrevió a ver más allá de los valores y limitaciones de su época.
A través de obras como De la tierra a la luna o Veinte mil leguas de viaje submarino, Verne pudo soñar lo impensable, antes de que la humanidad lograra su primer alunizaje, o bien, se crearan las sofisticadas maquinas que hoy se internan hasta lo más oscuro de los océanos. Por eso, la gran frase de Verne era: “Todo lo que alguien pueda imaginar, otros pueden hacerlo realidad“.
La gran aventura del trotamundos
Una de sus novelas más célebres es La vuelta al mundo en 80 días. En esta historia se describe la aventura de Phileas Fogg, quien decide invertir la mitad de su fortuna para lograr la proeza de darle la vuelta al mundo en el tiempo record de 80 días. Para ello, este hombre (quien está motivado por una apuesta realizada entre sus colegas del Reform Club) usará los medios de transporte del siglo XIX.
Más específicamente, Phileas Fogg viajará en ferrocarriles, barcos de vapor y buques, pese a que también tendrá que asumir algunos trayectos en trineo y a bordo de las espaldas de elefantes. Lo cierto es que Phileas Fogg cumple con su sueño, mientras es acompañado por su mayordomo.
En la página web de Wikipedia que reseña la aventura de este libro, existe una hermosa imagen de un atlas donde se traza toda la ruta del viaje. La línea esta segmentada en cinco colores, cada uno de los cuales representa a los medios de transporte que Phileas Fogg utilizó para apresurar su misión.
Un record que se rompe con creces en la actualidad
Claro, leer este libro hoy en día no resulta tan extraordinario como lo fue hace más de 100 años. Hoy se sabe que un medio de transporte tan avanzado como lo es el avión puede cruzar la línea ecuatorial del planeta en un periodo máximo de 48 horas. Si un avión siguiera la misma ruta de la imagen que existe en Wikipedia, probablemente el tiempo se prolongaría a unas 70 horas.
Para realizar más interesante esta comparación resulta necesario tomar la referencia de los medios de transporte de la época de Phileas Fogg.
Ferrocarril: el promedio de velocidad en su momento era de unos 130 km/h. Hoy en día un tren de levitación japonés puede alcanzar hasta 600 km/h. Un avión Boeing 787 puede viajar a 1.040 km/h.
Buque/Barcos de vapor: ambos medios de transporte pueden categorizarse dentro de la misma velocidad, dadas las tecnologías de la segunda mitad del siglo XIX. Hacia el año de 1860, los más avanzados viajaban a unos 17,5 nudos por hora. Unos 32 km/h.
Los buques de guerra más avanzados en el momento, alcanzan una velocidad máxima de 30 nudos. Aunque actualmente un yate puede viajar a una velocidad de 64 nudos.
Elefantes: pueden correr a una velocidad promedio de 25 kilómetros por hora. Aunque en la novela, el viaje es un poco más lento. Lo supera con creces un automóvil que puede viajar a más de 200 kilómetros por hora.
Trineo: de acuerdo a un fragmento de la novela, Phileas Fogg tiene la sensación de que la velocidad del trineo viaja a una velocidad de 40 millas por hora. El equivalente a 64 km/h, lo que para muchos resultará exagerado. Igual que con los elefantes, la velocidad de un el coche lo supera con creces.
Una alusión a la velocidad del Internet
Para cerrar este interesante y curioso estudio sobre La vuelta al mundo en 80 días, no sobra realizar una analogía con las velocidades de nuestra actual era digital, que resulta tan intensa, tan furiosa, tan electrónica, tan inmediata.
De acuerdo a un proyecto de la ESA (Agencia Espacial Europea), se pretende aumentar 1.000 veces la velocidad del Internet. En el momento, la velocidad de la fibra óptica tiene una intensidad que va a la mitad de la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo).
Si se tiene en cuenta que la línea ecuatorial del planeta Tierra alcanza un largo de 40.075 kilómetros, si Phileas Fogg se subiera a una maquina que viajara a la misma potencia del Internet actual, nuestro aventurero lograría darle cerca de 4 vueltas al mundo en tan solo 1 segundo.
Aunque claro, la ruta que siguió Phileas Fogg comprendió un trayecto más largo que la línea horizontal del ecuador.