En líneas generales y atendiendo a la definición psicosocial del grupo podemos concluir que existen fundamentalmente tres elementos usados para definir el grupo: interacción, interdependencia e identidad (Martínez, 2001):
- Interacción: las definiciones del grupo que toman como elemento central de este la interacción se encuentran relacionadas con la conducta de sus miembros dentro de la relaciones intragrupales, y aluden básicamente a la comunicación oral entre los sujetos. (Homans, 1950). Se pone la atención sobre el hecho de que para poder hablar de grupo necesitamos una forma más o menos elaborada de organización (estructura) que pone de manifiesto la asunción de unas normas, valores, y expectativas comunes a todos los miembros del grupo.
- Interdependencia: Satisfacer una necesidad como objetivo primario que conduce a los sujetos a formar un grupo. Postura defendida fundamentalmente por Lewin, Detusch y Fiedler.
- Identidad: el elemento necesario y suficiente que garantiza la existencia del grupo psicológico: La definición compartida de sí mismos tiene además una serie de implicaciones emocionales para los miembros del grupo. (Turner, 1987)
Según López (1993), de los anteriores, quizás el criterio más importante sea el de la identidad del que se derivan la interacción y la interdependencia de sus miembros a través de normas y estructuras más o menos elaboradas y/o explícitas.
En la creación teatral desde el punto de vista del foco de la investigación, identificamos la interacción y la interdependencia como las dos fuerzas fundamentales que dan lugar y cohesionan el grupo. Sin embargo, a lo largo que se han ido sucediendo las distintas campañas escolares, los postulados de la teoría de la autocategorización fundamentada en los rasgos identitarios.
A continuación haremos un breve repaso a los principales postulados de cada una de estas teorías:
- Teoría funcionalista (interacción)
Esta teoría basa el funcionamiento de la dinámica grupal en la acción e interacción, que discurrirán entre una multitud de alternativas posibles condicionadas a su vez por factores en constante combinación
Desde de esta teoría, la principal condición para el funcionamiento del grupo es la consecución de algún fin o meta, por lo que es fundamental que los integrantes estén de acuerdo en los procedimientos estimados para la consecución del mismo.
Para ello, el grupo atravesará las siguientes etapas problemáticas: comunicación, evaluación del mismo, control, decisión y reducción de la tensión posible que se haya podido generar a lo largo del proceso total. (Bales, 1950).
Estas etapas mantiene una estrecha relación con otros cuatro problemas funcionales que se plantean a todo grupo: adaptación, logro de la meta, integración y manejo de tensión.
En cuanto al funcionamiento del grupo, éste se basará en las siguientes cuestiones fundamentales: quién actúa, con qué fin, en qué entorno, con qué preferencias y desde qué estándar de conductas. Esta perspectiva nos lleva a una comprensión del grupo desde las tareas que están implicadas en la consecución de las metas u objetivos marcados.
Atendiendo a lo anterior, se desprenden cuatro preceptos básicos (Bale, 1950):
Las actividades que ponen en contacto a los sujetos provocan problema o cuestiones relacionadas con aspectos de tipo emocional que se constituyen en la segunda dimensión básica.
- Enmarcada en la dimensión temporal, la actividad es el proceso total de acción, un sistema de actos que procede de la necesidad sentida ante un problema y tiende a su solución.
- Se pasa de un estado de tensión hacia la reducción de la misma desde un estado fuertemente motivacional hacia su reducción.
- Las conductas siempre están conectadas y relacionadas con otro individuo y con la situación en la que ambos se hallen. El actor sería el elemento subjetivo y la situación objetivo.
Otro de los elementos fundamentales que destaca este modelo es la dimensión temporal, que es la que permite diferenciar entre las conductas expresivas (cuando un acto está orientado al pasado se determina por la tensión) y conductas instrumentales (cuando existe una anticipación de consecuencias y una orientación conjunta hacia el pasado y el futuro).
Al mismo tiempo para que la acción del grupo fluya, los miembros del mismo tienen que compartir una orientación cognitiva que facilite la convergencia en criterios comunes relativos a las tareas que se deben afrontar. En este sentido, las tensiones del grupo pueden aparecer derivadas de las divergencias de valoración de las distintas opciones por cada uno de los individuos que pueden condicionar la elección.